La creación de una ilustración científica: el proceso para poner la ciencia a tu alcance
—Por: Laura Judith Giraldo Kalil—
¿Qué es, qué no es y de quiénes depende una ilustración científica?
La ilustración científica está al servicio de la ciencia y tiene como principal objetivo la representación gráfica para comunicar conocimientos científicos de la forma más rigurosa, fidedigna, clara y sintética posible. En ocasiones puede confundirse con la ilustración naturalista, ya que ambas se enfocan en temas relacionados con la naturaleza. Sin embargo, esta última se basa, principalmente, en la estética y el gusto personal del ilustrador, sin que las representaciones sean necesariamente objetivas o apegadas a la realidad.
Durante siglos, la ilustración científica ha facilitado el acercamiento a la naturaleza, la comprensión y transmisión de ideas a través de un diálogo entre la ciencia y el arte. Gracias a ella podemos entender y comunicar objetos y fenómenos complejos, fuera de nuestro alcance o difíciles de observar. Por ejemplo, gracias a las ilustraciones científicas sabemos cómo se ve nuestro cerebro, un satélite o el interior de un volcán; cuál es la forma de un virus, o de un embrión al interior de un huevo. Piensa en procesos como la división celular, la circulación de los mares o los eclipses de sol; todos ellos nos resultarían muy abstractos sin una ilustración que nos facilitara su interpretación. Una sola ilustración bastaría para conocer todo el ciclo de vida de la cebolla que guardas en el refrigerador sin que para ello tengas que sembrar una, viajar a ver un cultivo o leer varias páginas sobre el tema.
Las ilustraciones científicas buscan comunicar información de carácter científico, por ello, generalmente son comisionadas por investigadores que han generado nuevos conocimientos a raíz de sus investigaciones. Muchos ilustradores científicos son artistas o diseñadores profesionales, y también lo son investigadores y otros profesionales en el área de las ciencias; sin embargo, las ilustraciones científicas también pueden surgir del interés de otras personas por transmitir o sintetizar conocimientos científicos, aunque no necesariamente los hayan generado. Este podría ser el caso de un maestro de escuela, una periodista, una comunidad interesada en dar a conocer estudios sobre su biodiversidad, o las ilustraciones que encontrarías en una enciclopedia que compila conocimientos generados por muchas personas.
¿Cómo se construyen las ilustraciones científicas?
Antes de crear una ilustración científica es importante para el ilustrador considerar el objetivo de la imagen que creará para hacer un plan de trabajo. Por eso el origen de una ilustración aborda cuestiones como: ¿para qué se investigó este tema?, ¿cómo puede esta información impactar a quien la lea o la vea?, ¿qué reacción se busca del público que verá la imagen?, ¿de qué forma puede la ilustración potenciar el mensaje de la investigación?, ¿cuál es la mejor manera de sintetizar gráficamente los elementos que se busca representar? Esto ayuda al ilustrador a organizar de forma eficiente los elementos que abarcará su ilustración y resaltar los más relevantes. Para que te hagas una idea, imagina lo distinta que podría verse una ilustración sobre el ciclo de vida de una ballena, de otra relacionada con sus amenazas de extinción.
Toda esta planeación alrededor de la intención de la ilustración está estrechamente relacionada con la observación, que es el punto de partida para entender el objeto o fenómeno a ilustrar, sus formas, sus texturas y aquello que lo caracteriza. La observación genera nuevos retos, entre estos: ¿cómo se puede representar un elemento o fenómeno de la forma más fidedigna y eficiente posible?, ¿cómo se ha hecho antes?, ¿cuáles son las técnicas adecuadas? Estos, sin duda, son procesos muy particulares de cada proyecto. Por ejemplo, si el objetivo fuera ilustrar una especie de ave que nunca se había descrito, el ilustrador tendría que fijarse en detalles como las proporciones del animal, la forma de sus partes, sus colores, e incluso conocer otras características morfológicas de especies cercanas que podrían confundirse con esta y que, de no ser correctamente ilustradas, generarían un mensaje erróneo. Esto nos lleva a otro elemento clave de la ilustración científica: la información.
Como hemos visto, la labor de un ilustrador científico es muy rigurosa y no solo depende de la organización y la observación meticulosa; también requiere tener un conocimiento detallado y suficiente del objeto de estudio. Por eso, más que el simple diseño de una imagen, la creación de una ilustración científica es un proyecto de investigación para el ilustrador, quien debe informarse y empaparse en el tema que ilustrará para comunicarlo de forma exitosa. Para eso, el ilustrador recurre a la revisión de todo tipo de material complementario como bibliografía, otras ilustraciones, ejemplares, y cualquier otra fuente que pueda serle útil para afianzar su trabajo. Cuando le es posible, quien ilustra dedica también mucho tiempo a la observación directa, por ejemplo, a través de un microscopio, o viajando a observar un fenómeno para entenderlo en el sitio mismo donde ocurre. Además, toma medidas, notas y fotos de referencia; hace disecciones y crea paletas de colores; visita laboratorios, museos y colecciones con la finalidad de hacer crecer su cultura visual. Tal como lo haría un científico, el ilustrador adapta sus métodos, materiales y técnicas para desarrollar su proyecto de la forma más conveniente posible, usando desde el grafito hasta la ilustración digital. Además, también hace propuestas para guiar el desarrollo de su proyecto de forma coherente con los objetivos de investigación: realiza esquemas y bocetos, además de que plantea diferentes formas de organizar los elementos visuales para que su composición refuerce los mensajes y la información que se busca transmitir. Así, el análisis de la información científica se compagina con la construcción de las imágenes que la acompañan.
Las ilustraciones científicas son testimonios muy valiosos del conocimiento científico de su época y pueden perdurar por muchas generaciones, llegando incluso a preservarse más tiempo que los objetos originales en los que se basaron. Gracias a ellas los conocimientos científicos a los que están ligadas pasan a ser accesibles a una audiencia muy amplia. Por ello, vale la pena destacar la responsabilidad y la ética que, al igual que los investigadores, deben tener los ilustradores, ya que tienen acceso a información científica inédita e incluso manipulan ejemplares únicos de los cuales dependen futuras investigaciones. Esto ocurre en el caso de los ejemplares que forman parte de museos o colecciones biológicas, que son considerados como patrimonio de las naciones y que, en ocasiones, son los únicos ejemplares conocidos de cierta especie, o son la referencia a partir de la cual se describen nuevas especies.
La investigación y la ilustración científica: trabajo en equipo con un fin común
La ciencia y la ilustración científica comparten el objetivo de comunicar conocimientos, facilitar su comprensión y hacerlos accesibles a la sociedad. Por eso, el éxito de las ilustraciones científicas depende de la interacción y la retroalimentación entre ilustradores y científicos. Por una parte, los investigadores proporcionan información básica, se aseguran de que los ilustradores entiendan lo que se debe representar y les señalan los detalles clave para lograr la fidelidad de la ilustración. Asimismo, los ilustradores aseguran que la representación de los elementos funcione desde el punto de vista estético sin perder la objetividad, haciendo que las formas y proporciones respondan de forma creíble y eficaz al mensaje y a la información que se busca transmitir. Juntos revisan notas, observaciones, bocetos y composiciones, para llegar a un consenso que garantice la congruencia de las ilustraciones con la investigación, además de la fácil comprensión del público. Este esfuerzo enorme de colaboración depende de la apertura de investigadores e ilustradores al aprendizaje mutuo, y de su responsabilidad y compromiso con la comunicación del conocimiento científico. Así, la ilustración científica genera una cooperación interdisciplinaria y tiende puentes de comunicación entre el arte y la ciencia, y entre la ciencia y la sociedad.
Por eso, la próxima vez que veas una ilustración científica, recuerda que cada uno de sus componentes es el fruto de un largo proceso de observación, investigación, planeación y cooperación. Desde los datos que la sustentan hasta los trazos que la constituyen son el resultado de la rigurosidad, la fidelidad y creatividad de un equipo de científicos y artistas, que buscan que entiendas las ideas detrás de una investigación y dispongas de más información para entender tu entorno.
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https://www.behance.net/ljgiraldok
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